Mujeres entre 40 y 50 años: una etapa de transformación y autocuidado
- Andrea Stechina
- 23 may
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 24 may

Mujeres entre 40 y 50 años: una etapa de transformación y autocuidado
Hoy quiero comentar un tema motivada por ustedes: las mujeres que atiendo diariamente en la consulta de imágenes ginecológicas. Escucho sus historias, inquietudes y experiencias, y aunque cada una es única, muchas comparten patrones similares. A mis 41 años, no solo las acompaño como médica radióloga, sino que también me identifico con muchas de las situaciones que describen.
Entre los 40 y 50 años, muchas mujeres experimentan cambios significativos en su cuerpo y emociones. Esta etapa, conocida como perimenopausia, es un proceso natural en el cual comienzan a disminuir los niveles de estrógenos y progesterona, generando síntomas como irregularidades menstruales, sofocos, sudores nocturnos, sequedad vaginal, alteraciones en el sueño, cambios de humor y en la libido, entre otros. Un completo desbarajuste, no?
Este camino puede comenzar alrededor de los 40 o incluso antes. La menopausia, en cambio, se define cuando han pasado 12 meses sin menstruación y suele ocurrir entre los 45 y 55 años. El diagnóstico se basa en la historia clínica, los síntomas, y en algunos casos se confirma con análisis hormonales. No es una enfermedad: es una nueva etapa.
Este camino coincide con un momento en el que también nos replanteamos decisiones personales, familiares y profesionales. Algunas mujeres se sienten más libres, otras más vulnerables. Muchas comienzan a revisar su camino recorrido y a redefinir sus prioridades. La salud emocional se vuelve un eje clave. Hablar de lo que sentimos, consultar con psicólogos o terapeutas, buscar espacios de contención y redes de apoyo no solo es válido, es necesario.
Otro tema que merece especial atención es la maternidad. Para las mujeres de 40 años que aún no han sido madres y no tienen claro si desean serlo, es importante obtener información profesional. Una consulta con un especialista en fertilidad puede brindar claridad sobre la reserva ovárica, el estado hormonal y las opciones disponibles, como la preservación de óvulos. Tener datos concretos permite tomar decisiones informadas cuando sea el momento oportuno, sin presiones ni urgencias externas.
La sexualidad también puede cambiar. La disminución de estrógenos puede afectar la lubricación vaginal o modificar el deseo sexual, pero existen tratamientos eficaces para acompañar esta etapa. Más allá de lo físico, es una oportunidad para redescubrir la sexualidad desde el autoconocimiento, la comunicación y el vínculo con el propio cuerpo.
En cuanto al cuidado general, adoptar hábitos saludables es fundamental: una alimentación equilibrada, actividad física regular, descanso adecuado, manejo del estrés y chequeos médicos periódicos son pilares del bienestar.
No hay que olvidarse de los controles imprescindibles como la mamografía anual, la ecografía mamaria, el Papanicolaou (es la citología) y las ecografías ginecológicas. Además, según cada caso, la densitometría ósea y estudios metabólicos.
Cada mujer es única. Lo que funciona para una puede no ser lo adecuado para otra. Lo esencial es elegir un camino propio y disfrutarlo. La salud también es eso: vivir en coherencia con lo que somos y lo que deseamos.
Te invito a dejar en los comentarios tus experiencias, dudas o reflexiones. Hablar de lo que nos pasa también es parte de sanar y acompañarnos.
No podemos cambiar o detener el proceso de cambio por el que nos toca pasar, pero podemos buscar las herramientas mas adecuadas para transitarlo de una manera mas amable con nostras mismas.
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