Dolor pélvico crónico en mujeres: más allá de la endometriosis
- Andrea Stechina
- 9 abr
- 4 Min. de lectura
El dolor pélvico crónico es una de esas condiciones que muchas mujeres padecen en silencio. Algunas veces porque no logran ponerle nombre, otras porque piensan que es algo "normal" del cuerpo femenino. Pero cuando ese dolor interfiere con la vida diaria, con el trabajo, con el descanso, con las relaciones sexuales o simplemente con el bienestar emocional, no es normal y merece ser escuchado y abordado profesionalmente.

Una de las primeras sospechas cuando una mujer consulta por dolor pélvico es la endometriosis. Y si bien es una causa muy importante y frecuente, no es la única. Limitar el diagnóstico solo a esta enfermedad puede hacer que muchas mujeres no reciban el tratamiento adecuado.
Me pasa a diario atender a pacientes en el consultorio de eco que consultan por dolores pelvianos pensando que provienen de los órganos genitales internos y al iniciar la exploración e indagar acerca de las características de ese dolor nos damos cuenta de que el origen está en el suelo de la pelvis.
Quiero invitarlas a conocer las distintas causas del dolor pélvico crónico, a comprender qué está pasando en el cuerpo y a descubrir por qué la fisioterapia del suelo pélvico puede ser una gran aliada en este proceso.
¿Qué es el dolor pélvico crónico?
Se considera dolor pélvico crónico (DPC) al dolor localizado en la zona inferior del abdomen (por debajo del ombligo) o en la pelvis, que persiste durante más de seis meses, de manera constante o intermitente.
Puede estar relacionado con el ciclo menstrual, las relaciones sexuales, el movimiento, o bien aparecer sin una causa aparente (llamado idiopático o primario). Puede ser leve o tan intenso que limite la vida cotidiana. Y lo más importante: no siempre tiene una causa visible en estudios médicos.
Síntomas frecuentes en mujeres con DPC
Dolor constante o intermitente en la región baja del abdomen o pelvis
Dolor durante o después de las relaciones sexuales (dispareunia)
Dolor al orinar o sensación de vejiga irritable
Dolor al defecar, especialmente si hay constipación
Sensación de presión o peso en la pelvis
Dolor relacionado con el ciclo menstrual, pero que persiste entre períodos
Dolor en la parte baja de la espalda o zona sacra
Espasmos o contracturas en la musculatura pélvica
Cambios en el estado de ánimo, fatiga o dificultad para concentrarse debido al dolor crónico
Estas son las causas más comunes del dolor pélvico crónico
1. Enfermedades ginecológicas
Endometriosis
Adenomiosis
Quistes ováricos
Miomas uterinos
Enfermedad inflamatoria pélvica
2. Disfunción del suelo pélvico
Contracturas musculares
Hipertonía o debilidad del periné
Dolor miofascial pélvico
3. Trastornos urológicos
Cistitis intersticial
Infecciones urinarias recurrentes
4. Trastornos digestivos
Síndrome del intestino irritable
Estreñimiento crónico
Enfermedad inflamatoria intestinal
5. Causas emocionales
Estrés, ansiedad, depresión
Trauma emocional o físico
6. Secuelas quirúrgicas
Adherencias postquirúrgicas
La importancia del suelo pélvico
El suelo pélvico es un conjunto de músculos, ligamentos y tejidos que sostienen los órganos de la pelvis (vejiga, útero y recto). Cuando estos músculos están tensos, débiles o descoordinados, pueden generar dolor o contribuir a su perpetuación.
Estas disfunciones pueden aparecer luego de partos, cirugías, situaciones de estrés crónico, traumatismos o simplemente por malos hábitos posturales.
¿Cómo ayuda la fisioterapia del suelo pélvico?
La fisioterapia del suelo pélvico (también conocida como kinesiología pélvica) se centra en el tratamiento de las disfunciones musculares y articulares de la región pélvica. Está basada en evidencia científica y es una opción segura y efectiva.
Beneficios principales:
Reducción del dolor
Reentrenamiento de la musculatura pélvica
Mejora de la calidad de vida sexual, urinaria e intestinal
Educación corporal y prevención de recaídas
Técnicas comunes utilizadas:
Evaluación funcional y postural
Terapia manual (interna o externa)
Biofeedback
Ejercicios terapéuticos de fortalecimiento y relajación
Técnicas de respiración y control
Además de seguir un tratamiento profesional, adoptar ciertos hábitos en tu vida diaria puede contribuir significativamente a la salud de tu suelo pélvico.
Mantener una postura adecuada al sentarte y al realizar actividades cotidianas es esencial para evitar tensiones innecesarias en esta zona.
Una alimentación equilibrada, rica en fibra, junto con una hidratación adecuada, ayuda a prevenir el estreñimiento, reduciendo la presión sobre el suelo pélvico.
Es recomendable no posponer las ganas de ir al baño, ya que retener la orina o las heces puede debilitar los músculos pélvicos.
Incorporar ejercicios específicos, como los de Kegel, fortalece esta musculatura; sin embargo, es importante aprender la técnica correcta, preferiblemente bajo la guía de un fisioterapeuta especializado.
Evitar cargar objetos pesados y practicar técnicas de levantamiento adecuadas también protege el suelo pélvico de esfuerzos excesivos.
Mantener un peso corporal saludable y realizar actividad física regularmente contribuye al bienestar general y al fortalecimiento de los músculos pélvicos.
El tratamiento del dolor pélvico crónico debe ser personalizado e integral. Muchas veces requiere la participación de varios especialistas: ginecólogos, urólogos, fisioterapeutas, psicólogos, gastroenterólogos, entre otros.
El primer paso es animarse a consultar, sin vergüenza y con la certeza de que el dolor no es normal y no hay que acostumbrarse a vivir con él.
Recordá: tu dolor es real, no estás sola, y existen profesionales que pueden ayudarte.
Si tenés dudas o querés compartir tu experiencia, te leo en los comentarios o por mensaje directo. Este espacio también es para vos.
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